Rodrigo Gil de Hontañón (1505-1577), Biografía y Obras del Arquitecto español que, junto a figuras como Alonso de Covarrubias, Diego de Siloé, Andrés de Vandelvira, Pedro Machuca o Juan de Herrera, pertenece al grupo de los grandes maestros del siglo XVI en España, periodo de transición entre el primer plateresco de comienzos de siglo y el renacimiento.
Gil de Hontañón se formó en el arte de la construcción, más que en el de la decoración, lo que podría explicar el carácter un tanto goticista de sus obras. El ambiente en el que se mueve, la Castilla más tradicional, hace que en ocasiones se identifique al gran maestro cantero con el plateresco, aun cuando es a él a quien se debe una decisiva evolución desde las primeras formas naturalistas, simplistas, medievalistas, a las trazas nobles y depuradas de los ideales clásicos. Entre sus obras más representativas destacan en primer lugar sus trabajos en la catedral de Santiago de Compostela, donde intervino desde 1540 en la fachada principal del claustro, con poderosas líneas de imposta que marcan una acusada horizontalidad en la composición, disposición arrítmica de huecos con pequeños frontones, galería superior típicamente hispana con una arquería corrida de medio punto y la rotunda presencia de la torre en esquina. Semejantes características se encuentran en la parte conservada del palacio de Monterrey (un gran conjunto de planta cuadrada con disposición en cruz griega) en Salamanca, una soberbia fachada plateresca en la que se intensifica el ornamento escultórico en los cuerpos superiores. En la misma ciudad se levanta la casa de la Salina, también conocida como el palacio de Fonseca, un ejemplo interesante de edificio urbano con patio y fachada notables. En el primero se observa una audaz galería superior volada soportada por poderosas ménsulas.
Quizá su obra más conocida sea la fachada de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), de mediados de siglo. Es un gran lienzo estructurado en tres zonas horizontales: la superior, que cuenta con una galería corrida articulada por columnas rematadas en pináculos, y las dos inferiores, más desnudas, donde se abren típicos huecos estandarte platerescos de gran plasticidad. Una última obra destacada es el palacio de los Guzmanes, en León (1559-1566), de trazas cercanas, aunque un tanto más sobrias, a las de Monterrey en su galería superior y huecos rítmicos con alternancia de frontones curvos y rectos.