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Desarrollo histórico de la teoría de la arquitectura


 






- Teorías temáticas
- Teorías de síntesis

La investigación de la arquitectura, como la de otros artefactos, contribuye a la teoría. La naturaleza de la teoría resultante puede ser tal que enuncie hechos, es decir, descriptiva,( o también la teoría puede buscar ayudar al diseño. A continuación trataremos el último, normativo tipo, es decir, la teoría del diseño.
Una bella serie de obras que presentan teorías del diseño de edificaciones que se remonta tan lejos como a la antigüedad ha sobrevivido hasta nuestros días. El propósito de estos libros solía resultar manifiesto ya en las mismas frases introductorias:
“Porque yo vi que tú [César] has construido y ahora estás construyendo mucho, he redactado reglas definidas para hacer posible que tengas conocimiento personal de la calidad tanto de los edificios existentes como que los que todavía están por construir” (Vitruvio, Libro I, Prefacio)
“Me parecía cosa digna de un hombre, que debiera no sólo haber nacido para sí mismo, sino también para la utilidad de otros, publicar… estas reglas que he observado, y observo ahora, en edificación; … que uno pueda aprender a apartar los extraños abusos, las bárbaras invenciones, el gasto superfluo y (lo que es de mayor consecuencia) evitar las varias y continuas ruinas que han sido vistas en muchas obras” (Palladio, prefacio, 1570).
“Los arquitectos en todas partes han reconocido la necesidad de… una herramienta que pueda ser puesta en las manos de creadores de forma, con la simple intención… de hacer lo malo difícil y lo bueno fácil” (Le Corbusier, The Modulor, Prólogo a la 2ª ed.)
“Este lenguaje es extremadamente práctico. … Podemos usarlo para trabajar con nuestros vecinos, para mejorar nuestra ciudad y vecindad. Puede usarse para diseñar una casa para uno mismo, para nuestra familia; o para trabajar con otra gente en el diseño de una oficina o un taller o un edificio público como una escuela.” (Alexander et al., A Pattern language, página x).
En nuestros días, la teoría de la arquitectura comprende todo los que se muestra en los manuales de los arquitectos: legislación, normas y estándares de edificios. Todos ellos se pretende que ayuden en el trabajo del arquitecto y mejoren su producto — la calidad de los edificios. La intención es así la misma que en la tecnología y la producción en general: las teorías comprobadas ayudan a los diseñadores a hacer su trabajo mejor y más eficientemente. Esto ocasionalmente incluso ayuda a hacer cosas que se creían imposibles en tiempos pasados. Como reza un viejo dicho, no hay nada más práctico que una buena teoría.
La teoría de la arquitectura consiste en todo el conocimiento que el arquitecto usa en su trabajo, incluyendo cómo seleccionar el sitio mejor y los materiales de construcción más adecuados. Por otra parte, hay consejos sobre cómo diseñar construcciones prácticas, incluso la facilidad de mantenimiento y reparaciones. Podemos descubrir que esto incluye el estudiar empíricamente que material usan de hecho como fuente los arquitectos en su trabajo. Este estudio revelará que, además de las normas y métodos motivados racionalmente, este material incluye elementos más bien heterogéneos y “acientíficos”; prejuicios de los clientes, caprichos de la moda, decisiones de ahorro de costes por parte de las compañías constructoras y manejos de los políticos.
Alguna gente dice que el arquitecto es un artista y que, a diferencia de los ingenieros, no puede basar su trabajo en una teoría. Esto es verdad, desde luego: el plan del arquitecto no llega a hacerse sólamente por seguir las normas de los manuales ni por proceder de una forma totalmente racional a partir de la información inicial que tiene. Pero incluso un artista tiene que tener su técnica. En el arte, como en cualquier otro trabajo, se necesitan habilidades profesionales y esto es lo mismo que saber lo que se tiene que hacer, ¿no?. Esto era al menos lo que el erudito arquitecto Jean Mignot pensó al inspeccionar las inquietantes bóvedas resquebrajadas en las obras de la catedral de Milán en 1400: “Ars sine scientia nihil est” (La habilidad sin conocimiento no es nada.)
Mientras que la teoría del diseño pretende ayudar al diseño, eso no necesariamente precede al diseño. Al contrario, el primer edificio donde se muestra un estilo arquitectónico nuevo suele crearse intuitivamente, sin la ayuda de teoría alguna, simplemente por la habilidad de un arquitecto brillante. La teoría del diseño viene un poco más tarde, y hasta los arquitectos menos brillantes pueden basar su trabajo sobre ella.
A continuación se muestran ejemplos de tradiciones de teoría, en otras palabras de paradigmas que los arquitectos han aplicado en distintos momentos. Además de estas teorías del diseño ha numerosas teorías descriptivas hechas por investigadores, por ejemplo teorías históricas que no se pensaron para ser aplicadas directamente al diseño; éstas no se tratarán ahora. Podemos encontrar ejemplos de tales paradigmas de investigación descriptiva en otro lugar, bajo el encabezado Belleza de los artefactos.
Las teorías del diseño arquitectónico se clasifican a continuación en dos grupos. Son:

- Teorías temáticas

Las teorías temáticas buscan el cumplimiento de un fin principal, frecuentemente a costa de otros fines habituales de la construcción. Los edificios que resultan suelen ser obras de arte que se hacen notar y suelen poder usarse como casos ejemplares en la formación de los arquitectos.
Por otro lado, el haber hipertrofiado el interés en sólo uno de entre los fines coincidentes muchas veces ha hecho a estos edificios inadecuados a otros efectos, y muchos de ellos ya no sirven para su uso inicialmente pretendido, sino como atracciones turísticas o museos.

- Teorías de síntesis

Las teorías de síntesis arquitectónica son ejemplos de teorías que buscan cumplir simultáneamente varios fines, normalmente todos los fines conocidos. Estos paradigmas son comúnmente aplicados en los proyectos de construcción convencional que producen así edificios prácticos pero de aspecto común, que probablemente nunca se incluirán en los libros de historia de la arquitectura.

Teorías temáticas del diseño arquitectónico

Paradigma (=estilo) de arquitectura:
Estilo dórico, jónico y corintio y sus variedades en la antigua Grecia y Roma
Presentación básica de su teoría:
Vitruvio: De Architectura libri decem. Era principalmente documentación de tradiciones arquitectónicas anteriores.

Paradigma (=estilo) de arquitectura:
Estilos románico y gótico.
Presentación básica de su teoría:
La Tradición anónima medieval de gremios no ha sobrevivido hasta nuestros días; fragmentos menores de la misma son los siguientes: Villard de Honnecourt y Schmuttermayer.

Paradigma (=estilo) de arquitectura:
Renacimiento, barroco, rococó, estilo neoclásic-
Presentación básica de su teoría:
Alberti: De re Aedificatoria. Serlio, Vignola, Palladio…

Paradigma (=estilo) de arquitectura:
Grandes construcciones: puentes y grandes salones.
Presentación básica de su teoría:
diseño “estructuralista” (=que pone el énfasis en la estructura). Galilei: Discorsi e dimostrazioni matematiche intorno a due nuove scienze. Hooke, Bernoulli, Euler…

Paradigma (=estilo) de arquitectura:
El Art Nouveau (modernismo). estilos personales de genios arquitectónicos: Gaudí, Le Corbusier etc.
Presentación básica de su teoría:
Viollet-le-Duc: Entretiens sur l’Architecture. El libro mostró la base lógica para nuevos lenguajes de formas pero no los creó todavía. Hay que hacer notar también a Owen Jones y John Ruskin.

Paradigma (=estilo) de arquitectura:
Funcionalismo.
Presentación básica de su teoría:
La enseñanza de Gropius y la Bauhaus. Neufert: Bauentwurfslehre

Paradigma (=estilo) de arquitectura:
Postmodernismo y deconstrucción
Presentación básica de su teoría:
Robert Venturi: Complexity and Contradiction in Architecture

Paradigma (=estilo) de arquitectura:
Arquitectura simbólica.
Presentación básica de su teoría:
Norberg-Schulz: Intentions in Architecture, Jencks…

Paradigma (=estilo) de arquitectura:
Arquitectura ecológica (colectores de energía, etc.)
Presentación básica de su teoría:
Eco-philosophy de Henryk Skolimowski fue una de las obras pioneras.

Vitruvio

Marcus Vitruvius Pollio, el autor de la investigación más antigua sobre arquitectura que ha llegado a nuestros días, trabajó durante el reinado del emperador Augusto. Escribió un extenso sumario de toda la teoría sobre la construcción que había sido escrita hasta el momento: Los diez libros de la arquitectura (De architectura libri decem). Parece haber sido un hombre cultivado, tenía un profundo conocimiento de los escritos anteriores griegos y romanos que hoy se han perdido. Hay una lista de estas obras en la introducción del libro VII; la mayor parte de ellas describían un templo. Dos de los escritos eran sobre proporciones, y nada menos que nueve hablaban de las “leyes de la simetría”, que en terminología moderna significa en su mayor parte los sistemas de medición de módulos.
El libro de Vitruvio consiste casi sólo en teoría normativa de la investigación. Sus reglas están habitualmente basadas en puntos prácticos o razonamiento; a veces también las motivaba diciendo que esto siempre se había hecho, esto es, con la tradición histórica.
Vitruvio trata no sólo un tema sino varias finalidades prácticas de la construcción, cada una de ellas en un capítulo separado del libro. El tratado puede verse como una colección de teorías temáticas paralelas del diseño. Vitruvio no da métodos para combinarlas en una síntesis, sólamente presenta una clasificación (I:3:2) de todo el conjunto de requisitos para construcciones:
- durabilidad (firmitas)
- utilidad o “conveniencia” (utilitas)
- agradabilidad (venustas).

Esto quedó como un modelo para casi toda la investigación posterior de la arquitectura: los edificios se investigan en su mayor parte como combinaciones de características, más que como entidades holísticas. Con el correr del tiempo, una teoría particular, más bien independiente, se desarrolló para cada grupo de características, como veremos más adelante.
Las reglas de la forma estética de Vitruvio influenciaron en gran medida a todos los escritores ulteriores. Están basadas sobre las tradiciones de arquitectura griegas y también sobre las enseñanzas de Pitágoras (ca. 532 a.C.), de acuerdo con las cuales la armonía es creada aplicando las proporciones de los números enteros. Esto estaba basado en observaciones anteriores de las cuerdas afinadas de los instrumentos y también sobre las proporciones del cuerpo humano; y ahora Vitruvio quería aplicar las mismas proporciones también a la arquitectura. El criterio supremo era, sin embargo, la estima en que el público tenía a la obra. Un edificio era bello si su apariencia era agradable, estaba en concordancia con el buen gusto y sus partes siguen las proporciones (lat. proportio) y la “simetría” de medidas (la inusual definición de simetría se encuentra en I:II:4).

La Edad Media

La mayor parte de los documentos que quedan de la Edad Media tienen que ver con la institución monástica. Los conventos erigían un gran número de edificios. Sin embargo, sus archivos contienen sorprendentemente pocas descripciones de edificios o proyectos. Hay numerosos contratos de construcción, pero normalmente el edificio sólo se define declarando su tamaño y que debe ser hecho “de acuerdo con el modelo tradicional”.
En conjunto, había poco interés en los valores mundanos como las cualidades de la arquitectura. “Sobre gustos no hay nada escrito” (latín. de gustibus et coloribus non disputandum) era la regla general de los escolásticos, que no favorecían el desarrollo de la teoría de las artes (sin embargo, podríamos ver a S. Agustín sobre esto). Afortunadamente, las bibliotecas de los monasterios preservaron al menos algunos fragmentos de la teoría arquitectónica de la antigüedad.
La práctica de la arquitectura estaba, antes que nada, basada en la tradición que se remonta a la Antigüedad y, partiendo de esta tradición, tanto el estilo románico de construcción como el gótico se desarrollaron durante siglos, presumiblemente con poca o con ninguna investigación literaria. Las únicas presentaciones documentadas que han llegado hasta nuestros días son el “libro de bocetos” de Villard de Honnecourt del 1235 y el “Opúsculo sobre la correcta forma de hacer pináculos” (Büchlein von der Fialen Gerechtigkeit, véase la imagen de la derecha) de Roritzer, impreso en Regensburg en 1486.
Cuando el conocimiento del latín e incluso de la lectura se degradó, la importancia del conocimiento tradicional en la construcción creció. El conocimiento tradicional se aprendía haciendo, bajo la guía de viejos maestros, y probablemente no estaba escrito en parte alguna. Pero la tradición podía ser bastante vinculante y precisa en los cerrados gremios de constructores. También se hizo bastante homogénea a través de Europa porque los constructores según parece se desplazaban de ciudad en ciudad, dependiendo de donde estuvieran las obras.
Desde el comienzo del siglo XIII, los artesanos del ramo de la construcción comenzaron a formar gremios (inglés: Guilds, alemán: Bauhütte). Estos gremios probablemente reunían un gran número de información tradicional relativa a la construcción, pero parece haber permanecido como secreto profesional de los gremios y los maestros, y preferían no publicarla. Incluso cuando fueron escritas, estas notas se han perdido. Para un relato detallado, véase por ejemplo Ricken: Der Architekt.

Teoría clásica de las formas

El Renacimiento ocasionó un nuevo interés en los hechos de la Antigüedad, especialmente en Italia. Las obras de arte antiguas y los edificios supervivientes se convirtieron en objetos de estudio, y comenzó una búsqueda de escritos que se remontasen a la Antigüedad.
En 1418, una copia de Vitruvio se encontró entre los manuscritos del monasterio de St. Gallen. La noticia sobre el manuscrito se difundió rápidamente a los círculos de arquitectos en Italia y allí fue recibida con entusiasmo.
Leon(e) Battista Alberti (1404-72) perteneció a los genios universales del Renacimiento; era un dramaturgo, matemático y deportista de talento. Como persona encargada de las construcciones encargadas por el Papa, tuvo la ocasión de escribir una de las más grandes obras de la teoría de la arquitectura: De re aedificatoria (Sobre la construcción). La mayor parte de ella fue completada en 1452 e impresa en 1485.
Como Vitruvio, Alberti quería que su libro incluyese todo lo que era necesario en el diseño de edificios y todo el saber que era conocido y aplicado de forma general en aquel momento. Pero lo que más subrayaba él era la decoración de los exteriores de los edificios, que era una tarea habitual de los arquitectos en ese tiempo. Este es así porque un gran número de modestas iglesias postmedievales y de viviendas tuvo que ser modernizado en tal manera que al menos sus fachadas fuesen representativas y a la moda. El estilo arquitectónico de la Roma imperial (como el arco del triunfo de la ilustración de arriba) solía preferirse en estas renovaciones.
Para dar estructura y decoración a las fachadas, Alberti desarrolló un hábil sistema de pilastras y arquitrabes clásicos que podían superponerse sobre cualquier superficie lisa anterior. Alberti usó el nombre “ornamentum” (’equipamiento’, ‘decoración’) para estos elementos arquitectónicos.
A la derecha podemos ver un ejemplo de esta “ornamentación”: la iglesia de San Francesco in Rimini. Hay partes del sencillo edificio original que siguen siendo visibles, porque quien encargó el trabajo, el Señor de Rimini Sigismondo Malatesta, murió en 1466 antes de que los trabajos se terminasen. Durante largo tiempo, el sistema clásico de los órdenes (a la derecha) se convirtió en el contenido más visible de la teoría arquitectónica, aunque también ésta pusiese el énfasis en la composición de las masas de las construcciones y espacios y en los conceptos de proporción y armonía. El estilo clásico y llamado con propiedad ‘manierismo’ en algunos países.
Los escritores tras Alberti complementaron sus obras con ilustraciones todavía más ricas en las que la precisión y elegancia de los detalles de la forma clásica era llevado a la perfección. Los libros teóricos de arquitectura empezaron a parecerse a revistas sobre moda. La finalidad de las obras solía ser el presentar las “reglas del arte” a los diseñadores y una forma lo más fácilmente aplicable que fuese posible, y las razones eran comentadas sólo brevemente. Esta finalidad con frecuencia se declaraba en el título del libro también. Por ejemplo, el título de la obra de Sebastiano Serlio era Regole generali di architettura (imagen de la derecha).
Giacomo (Jacopo) Barozzi da Vignola es otro autor eminente. En su libro Regola delle cinque ordini (1562) quería presentar las “reglas concisas, rápidas y fácilmente aplicables de los cinco sistemas de columnas” Pro lo que Vignola estaba presentando no eran de hecho reglas sino columnas y decoraciones categóricamente estandarizadas. La base para sus mediciones era la medición de módulos usada por Vitruvio, es decir, la octava parte del diámetro del pilar servía como unidad de medida. Una imagen típica puede verse a la izquierda.
En el prólogo, Vignola cuenta cómo llegó a estas “reglas del arte”:
“Para ser capaz de establecer las instrucciones para el sistema dórico, usé el Teatro de Marcelo como modelo porque es apreciado por todos. Primero medí las partes principales; pero si alguna parte pequeña no obedece a las proporciones [de Vitruvio] de cifras — lo que puede ser causado por la imprecisión del cantero o por otras razones ocasionales — le hice seguir la regla” (Germann 116, basado en la traducción al alemán).
Vignola basó sus instrucciones de diseño en cuatro cosas, que fueron:
la idea de Pitágoras de que las proporciones de los pequeños números enteros significaban armonía
las proporciones y otras instrucciones proporcionadas por Vitruvio
el ejemplo marcado por anteriores edificios y
el buen gusto general, sin que importase lo que significase cuando cada autor lo interpretaba.
I quattro libri dell’architettura, de Andrea Palladio, (1508-80) es el padre de los modernos libros de imágenes de arquitectura. Contiene poca teoría, pero un buen número de imágenes sobre edificios hábilmente diseñados por Palladio. Sirvieron incluso para ser copiados por arquitectos menos instruidos.
No es sorprendente que los arquitectos italianos tomase la arquitectura de sus ancestros romanos como su ideal. Del mismo modo, es natural que los teóricos franceses fuesen más críticos. El primero de ellos, Philibert de l’Orme (ca. 1510-1570) probó con mediciones que en el Panteón las columnas corintias tenían unas dimensiones acordes con tres proporciones distintas. Así rechazó la doctrina de la absoluta belleza de medidas y explicó que las medidas de una columna dependían de si una columna era grande o pequeña en tamaño, o si estaba colocada en lo alto o hacia abajo del edificio. Esto significaba que la forma real de la comuna no determinaba por sí sola su belleza; la impresión final de belleza era creada sólo cuando alguien estaba mirando a la columna. Este principio que más tarde se desarrolló como psicología de la percepción inspiró a De l’Orme a continuar la lista de modelos de columnas antiguas con sus propias invenciones (hay un ejemplo de una columna así a la derecha).

De acuerdo con el modelo proporcionado por los teóricos del Renacimiento, las presentaciones generales de las reglas clásicas de la arquitectura fueron dictadas especialmente por profesores de escuelas de arquitectura. Las obras impresas en Francia fueron ampliamente leídas también en otros países. Las más importantes de éstas fueron:

François Nicolas Blondel: Cours d’architecture (1675)
Claude Perrault: Ordonnance des cinq espèces de colonnes (1683)
Jean Louis de Cordemoy: Nouveau traité de toute l’architecture (1706)
Marc-Antoine Laugier: Essai sur l’architecture (1753)
Jacques-François Blondel: Cours d’architecture (n.1770)
J-N-L. Durand: Précis des leçons (1802-5)
Julien Guadet: Eléments et théories de l’architecture (1902).

Además de enumerar “órdenes” clásicos de columnas, los escritores analizaban otras características formales de la arquitectura, tales como el equilibrio, la escala y el ritmo de bloques de edificios, espacios y componentes. Los requisitos de uso y mantenimiento fueron cubiertos con bastante brevedad.
Muchos de los teóricos de la arquitectura comprobaron exitosamente sus hipótesis en los edificios que diseñaron. Sin embargo, no conocía ningún método para someter a inspección sistemáticamente los resultados proporcionados por estos experimentos. Esto es la razón por la que la teoría arquitectónica progresó con bastante lentitud y al final fracasó en cuanto a estar a la altura de los requisitos de la sociedad moderna.

Teoría de la construcción

Desde tiempos inmemoriales, los materiales y herramientas de construcción disponibles han determinado o al menos modificado las formas constructivas, como puede verse en muchos ejemplos que quedan de la arquitectura vernácula que han sido creados sin ayuda de arquitectos o teoría. Ejemplos:

Material de construcción:
Material amórfico: piedra blanda, nieve
Formas arquitectónicas resultantes:
Construcción esférica abovedada: el igloo, trulli (Sur de Italia), nuraghi (Cerdeña)

Material de construcción:
Capas de pieles o tejidos, y postes.
Formas arquitectónicas resultantes:
Construcciones en forma cónica del tipo de tiendas.

Material de construcción:
Troncos de madera
Formas arquitectónicas resultantes:
Construcción en forma de caja
Antes del tiempo de la teoría de la construcción fueron creadas algunas edificaciones admirables. Por ejemplo en Mesopotamia bóvedas de piedra con un arco de más de 20 metros [ha estado bien erguida sobre dos milenios y todavía existe hoy. Porque su forma duplica exactamente una curva catenaria, podemos asumir que su diseño fue basado en la invención que, siempre que una catenaria se inverte, las fuerzas estirandos originales se substituyen por compresión sólo, y todos fuerzas laterales permanecen ausentes. Esto significa que la forma se puede copiar para una albañilería que puede bien resistir la compresión pero no la tensión estirando. Se parece así probable que los constructores utilizaron un modelo análogo mecánico en vez de esos algoritmos matemáticos que utilizamos en la construcción moderna. El método ciertamente necesitó algunas instrucciones verbales que merecerían hoy el nombre de una “teoría del diseño” incluso si nunca fue anotado.]
La bóveda semicircular era conocida también por los antiguos Romanos, mientras que su teoría seguía en el nivel rudimentario, pues Vitruvio tiene una sola frase que decir sobre ella:
“Cuando hay arcos… los entrepaños exteriores han de hacerse más anchos que los demás, para que puedan tener la fuerza para resistir cuando las dovelas, bajo la presión de la carga de los muros, comiencen a … .. empujar a los machones (VI:VII:4).
Ni una frase ha llegado hasta nosotros sobre la teoría de los modelos que habían de usarse al erigir las magnificientes bóvedas de las catedrales medievales. Los tratados que sobreviven son de un origen algo posterior: Le Théâtre de l’art de charpentier (1627) y Le secret d’architecture découvrant fidélement les traits métriques (1642) de Mathurin Jousse. El primero trata de construcciones de madera y el último de bóvedas de piedra. Ambos describen principalmente estructuras tradicionales y aún no presentan alguna teoría tangible para su diseño.
En la Antigüedad y en la Edad Media, los arquitectos diseñaban no sólo el plano y la decoración sino también la construcción y la estabilidad de los edificios. Estaban los arquitectos también a cargo del trabajo mismo de construcción. A partir de Alberti, los arquitectos tendieron a especializarse en el “disegno” de edificios, es decir, el diseño del exterior y la distribución de los edificios. Por lo tanto, la mecánica de los materiales y la construcción se convirtió en campos de estudio por sí ismo. Los métodos para crear modelos matemáticos y verificarlos mediante experimentos fueron adoptados por Francis Bacon (1561-1626) y Galileo Galilei (1564-1642).
Galileo mismo puso ya el método en practica en el campo de la construcción en su obra Discorsi e dimostrazioni matematiche intorno a due nuove scienze (1638, hay un gráfico de ella a la derecha). Nuestra teoría moderna de la construcción es en buena medida sucesora directa de la teoría de la solidez de las construcciones presentada en ella. Desgraciadamente, la investigación de las construcciones fue desgajada del resto de la teoría arquitectónica durante siglos, e incluso se creó un gremio separado de ingenieros.
El nombre “ingeniero”, que viene de la palabra latina ingenium = “genio” o “un producto del genio”, “invención”, se había usado ya en la Edad Media para los arquitectos hábiles. Ahora esta palabra fue adoptada por el marqués de Vauban cuando fundó un departamento de construcciones, Corps des ingénieurs, en el ejército francés en 1675. En este tiempo era habitual para los ingenieros militares diseñar castillos, planos de ciudades e incluso iglesias. Esta nueva profesión especializada en cuestiones de construcción quedó organizada bastante rápidamente y en 1747 fue fundada en París una escuela especial, Ecole des Ponts et Chaussées.
Figuras centrales en el desarrollo de la teoría matemática de la construcción fueron Robert Hooke (1635-1703), Jakob Bernoulli (1654-1705) y Leonhard Euler (1707-1783). Todos ellos publicaron varios libros. Desde Euler en adelante, la teoría de la elasticidad de las estructuras se desarrolló codo con codo junto a la teoría matemática.
Por otro lado, se hicieron más innovaciones en la edificación práctica y se publicaron en libros, como por ejemplo:
Pierre Boulet: l’Architecture pratique (1691)
William Halfpenny: The art of sound building (1725)
Francis Price: The British carpenter or a treatise on carpentry (1733)
William Pain: The Builder’s companion, and Workman’s general assistant (1758)
La publicación de los progresos teóricos y las invenciones comenzó también en las revistas de edificación en el siglo XIX. Así el más importante editor de la teoría de la técnica del hormigón (o concreto) armado solía ser la revista de la empresa de construcción de François Hennebique, Le Béton armé.
Las aplicaciones más consecuentes de la teoría de la construcción son hoy grandes construcciones, como puentes y naves industriales. Su forma debe ser constructivamente saludable, o de otro modo los costes se disparan. Ejemplos de gran arquitectura creada por ingenieros son los puentes de Maillart (a la derecha) y muchos pabellones de exposiciones o de deportes. A la derecha, un edificio de restaurante con un arco de 30 m. construido por Weidlinger y Salvadori.
La situación es ligeramente distinta en el diseño de modernos edificios de oficinas o residenciales. Su arquitectura no está en tanta medida dictada por principios constructivos. La razón es que los materiales modernos de construcción, especialmente el acero y el hormigón armado (concreto), son tan rígidos que casi cualquier forma arquitectónica es igualmente factible. De todas formas, algunos arquitectos han querido crear formas con personalidad estructural acentuada o “constructivista”; Curt Siegel presenta un excelente panorama de éstos en el libro Strukturformen der modernen Architektur que también es la fuente de algunos gráficos que acompañan a estas páginas.

Estilos personales

Desde los tiempos del Renacimiento, todos los arquitectos renombrados y los teóricos en Europa han dado por sentado que el “lenguaje de las formas” de los edificios nuevos, es decir, los sistemas de columnas y decoración, habían de ser copiados de la Antigüedad, donde ya habían sido llevados a la perfección. Lo único que los diseñadores de edificios nuevos tenían entonces que hacer era combinar y modificar estos elementos para que se ajustasen a los requisitos prácticos y a los recursos de quien encarga el trabajo.
Se han oído algunas protestas esporádicas (por ejemplo, la defensa del estilo gótico por Goethe: Von Deutscher Baukunst). Pero no afectaron a la corriente principal del diseño.
El primer teórico que emprendió el crear un sistema totalmente nuevo de formas arquitectónicas independiente de la Antigüedad fue Eugène Viollet-le-Duc (1863). En su libro Entretiens sur l’architecture (lección 1, p.29), afirma que “lo que llamamos gusto no es sino un proceso involuntario de razonamiento cuyos pasos escapan a nuestra observación”. “La autoridad no tiene valor si sus fundamentos no se explican” (p. 458). Dado el hecho de que los fundamentos la arquitectura moderna no pueden posiblemente ser los mismos que los predominantes en la Grecia de hace 2000 años, Viollet-le-Duc vio como su misión desarrollar una nueva arquitectura que estuviese basada, en la misma forma que la filosofía de Descartes, sólo en los hechos y en las conclusiones razonables alcanzadas sobre la base de ellos. Ejemplos de estas deducciones (idem):
“Una puerta debería hacer con la finalidad de entrar en un edificio o de salir de él; la anchura dicha puerta debería por tanto estar adecuada al … número de personas que tienen ocasión de entrar o salir por ella; pero no obstante una aglomeración por densa que una aglomeración pueda ser las personas siempre miden menos de 2,30 m. de altura, … Hacer una puerta de cuatro metros y medio de ancho y nueve de alto es por tanto absurdo.”
“Una columna es un soporte, no una decoración, como un friso o un arabesco; si entonces no hay motivo para las columnas, no puedo entender porqué amueblamos nuestras fachadas con ellas.”
“Una cornisa está pensada para alejar el agua de la cara de la pared: por consiguiente, si se pone una cornisa que se proyecta al interior, no puedo sino decir que no tiene sentido.”
Viollet-le-Duc intentó poner sus teorías en práctica también en su propio diseño. En él, siguió llevando la lógica teórica de las construcciones tan lejos que poca gente consideraría el producto bello. A la derecha, podemos ver un boceto de un salón de conciertos que sería construido en ladrillo y elementos de hierro forjado. A la derecha, hay un detalle de construcciones de acero en que se ha creado una impresión llamativa de belleza por el hábil diseño de los indispensables tirantes diagonales. La decoración tiene así un fundamento racional, como dicta la teoría de Viollet.
Aunque el mismo Viollet-le-Duc pudo crear un estilo arquitectónico atemporal, mostró a otros el fundamento y método filosófico que podrían usar para desarrollar incluso de forma radical nuevos lenguajes de formas.
Owen Jones fue otro importante escritor que inspiró a jóvenes arquitectos para crear nuevos estilos formales. Estudió los métodos para explotar una fuente eterna de formas arquitectónicas: la naturaleza y especialmente las formas de las plantas. El resultado de sus estudios se convirtió en la primera instrucción de diseño sobre el uso de ornamentos originados en la naturaleza: Grammar of Ornament (1856). Una de sus 37 reglas (nº 13) indica que “las flores u otros objetos naturales no deben usarse como ornamentos”, son aceptables en su lugar “representaciones convencionales fundadas sobre ellas lo suficientemente sugerentes como para transmitir la imagen pretendida a la mente, sin destruir la unidad del objeto para decorar el cual se las emplea.” Y la regla 35 reza que las “imitaciones, tales como el aglomerado de maderas y los curiosos mármoles de colores [son] permisibles sólo cuando el empleo de la cosa imitada no habría sido incoherente.”
Tras el estilo gótico, el primer estilo arquitectónico independiente de la tradición de la Antigüedad en Europa fue el modernismo o Art Nouveau. Sus orígenes incluyen la filosofía de Viollet-le-Duc y las reglas y ejemplos de Owen Jones pero no se había hecho una investigación teórica considerable por parte de los creadores de este estilo. Puede incluso ser que, a causa de la Guerra Mundial, la hegemonía del Jugendstil se hizo tan breve que la gente nunca llegó tan lejos como para hacer investigación. En el arte, con frecuencia ocurre que las obras de un estilo nuevo llegan sin una teoría explícita, guiadas por la intuición, y sólo después de algunos años se aclaran sus principios en un grado tal como para que puedan formularse.
El ejemplo establecido por el Art Nouveau animó a algunos de los más hábiles arquitectos de nuestro siglo a crear sus propios lenguajes de formas particulares. El primero de estos fue Le Corbusier, quien también presentó un breve fundamento escrito para su sistema de proporciones (basado en la Sección Dorada) en el libro Modulor. Su base fundamental de psicología de la percepción se presenta en el libro Vers une architecture, 1923:
“La arquitectura es un rompecabezas brillante, ortodoxo y original de masas combinadas con luz. Nuestros ojos fueron creados para ver las formas a la luz; la luz y la sombra revelan las formas. Cubos, conos, bolas, cilindros y pirámides son figuras primarias que la luz revela tan magníficamente. La imagen que nos dan es clara y perspicua sin indecisión. He ahí por qué son formas bellas.”
Junto al Art Nouveau, Le Corbusier basó su estilo sobre el estudio de las formas naturales de plantas, aunque la mayor parte de su investigación fue hecha de forma bastante subjetiva, sin verificar cómo las formas nuevas que él había desarrollado se recibían por el público general de la arquitectura. Característico de Le Corbusier es que los edificios son entendidos como esculturas gigantes (véase por ejemplo la capilla Ronchamp, a la derecha).
[A diferencia de muchos otros talentos creadores, él trató también anotar la teórica que él siguió en su creación, aunque esta investigación se hiciera en su mayor parte subjetivamente, sin verificar cómo la doctrina nueva o las formas resultadas fueron recibidas por el público general. El publicó en 1926 un papel Les 5 points d’architecture nouvelle donde él declaró las órdenes cardinales de la “arquitectura nueva”. Eran (según Kenneth Frampton, 1980, p. 157):
1. Pilotes, o las columnas que elevan el cuerpo de edificio del suelo,
2. El plan libre, logrado por la separación de las columnas de carga y las paredes que subdividen el espacio,
3. La fachada libre, el corolario del plan libre en la proyección vertical,
4. La ventana horizontal larga que desliza, “fenêtre en longeur”,
5. La azotea, el jardín de tejado, restituendo, según cabe suponer, el área del jardín gastó por la casa.
Le Corbusier ilustró sus “5 puntos” por pares de dibujos (arriba) donde el modelo tradicional se mostró en el derecho y el estilo nuevo en la izquierda.
Les propuestas esculturales de Le Corbusier recibían al principio mucha atención entre arquitectos de Funcionalismo, pero más tarde [Trad.autom.]] otros arquitectos han basado su obra sobre la idea exactamente opuesta: el núcleo y el quid de la cuestión de la arquitectura son los interiores de los edificios. Estos pueden verse como “sólidos en negativo”, como vacíos que el artista divide, combina, repite y enfatiza del mismo modo que el escultor trata sus pedazos “en positivo” de sustancia. El tratado más notable sobre este tema es Architecture as space de Bruno Zevi.
Los “estilos personales” de los arquitectos no son necesariamente basados en las leyes de la naturaleza o del razonamiento lógico. Más importante es que muestren una aplicación coherente de una idea que también debe ser tan clara como para que el público pueda descubrirla. Una ventaja es también si el estilo encierra trasfondos simbólicos.

Funcionalismo

Con certeza, los usos pretendidos de los nuevos edificios han influenciado su arquitectura mucho antes del surgimiento de los primeros arquitectos o de las teorías. Ejemplos de esto pueden verse en antiguos edificios vernáculos:

Uso pretendido del edificio:
Una familia independiente; la cooperación con los vecinos es fortuita
Disposición del edificio, tal y como la genera el uso:
Casa exenta, de un espacio.

Uso pretendido del edificio:
Un grupo de familias en régimen colectivo de administración de la casa
Disposición del edificio, tal y como la genera el uso:
Un grupo de dormitorios en torno a una cocina-comedor central

Uso pretendido del edificio:
Una familia y animales domésticos.
Disposición del edificio, tal y como la genera el uso:
Un espacio para gente y otro espacio para los animales en estrecha conexión.

Es natural que tradiciones así de edificación fuesen documentadas en los primeros tratados de arquitectura. La utilidad de los edificios es una de las tres piedras angulares de la teoría de Vitruvio, y él escribe decenas de páginas sobre ello. Desde el Renacimiento en adelante esto no recibió tanta atención por parte de los investigadores; la mayor parte de ellos simplemente mencionaban en una frase este requisito. Al comienzo del siglo XX, aparecieron algunos estudios más extensos sobre ello, por ejemplo los siguientes:
Louis Sullivan (1856 - 1924): Ornament in architecture (1892)
Otto Wagner (1841 - 1918): Moderne Architektur (1895) y
F.L. Wright (1869 - 1959), varias obras breves.
No se creó ninguna teoría coherente del funcionalismo antes de los años 20, cuando éste empezó a desarrollarse en la escuela de la Bauhaus encabezada por Walter Gropius (1883-1969). Los resultados son bien presentados en el libro Bauentwurfslehre de Ernst Neufert desde 1936 (a la derecha, una ilustración que muestra las necesidades de espacio funcional en un hospital).
Desde el principio, el concepto de funcionalidad incluía salubridad y comodidad — básicamente todas las características de los edificios que hacen posible para las personas, familias y comunidades realizar los propósitos de su vida en estos edificios. Siendo tan amplio como es el “espectro de requisitos” planteado a los edificios, los investigadores que desarrollaban la teoría del funcionalismo no pudieron conservar la unidad de la teoría, y pronto fue dividida en un cierto número de campos especiales. Estos se vinculaban a su vez frecuentemente con otras “ciencias madres” que ya se habían desarrollado antes:

Teoría parcial del funcionalism-
funcionalidad de un edifici-
Ciencias madres
sociología, ingeniería de métodos, economía doméstica

Teoría parcial del funcionalism-
salubridad
Ciencias madres
investigación en salud pública

Teoría parcial del funcionalism-
seguridad de las construcciones
Ciencias madres
teoría de la construcción
protección contra incendios

Teoría parcial del funcionalism-
economía
Ciencias madres
economía doméstica, ciencias de la gestión, economía

Bastante pronto, la teoría funcional de la arquitectura fue apoyada por más investigación que cualquier otra teoría del diseño de edificios. La mayor parte de los hallazgos de estos estudios siguen siendo válidos y ampliamente válidos incuso por aquellos arquitectos que han abandonado hace mucho el lenguaje abiertamente funcionalista.
De acuerdo con el ejemplo establecido por la vigorosa tradición de artesanía de la Bauhaus, el funcionalismo también enfatizó los requisitos funcionales de la industria de la construcción, lo que en la práctica significa economía de la construcción. El diseño de muchos suburbios de hormigón fue en gran medida dictado más por el radio del cráneo que por las necesidades de sus futuros habitantes. Sobre la base de la economía, se favorecieron las formas simples y fácilmente realizables, que finalmente culminaron en la llamada “arquitectura de cajas de cerillas”. Hubo incluso arquitectos que querían convertir esto en un ideal estético (Mies van der Rohe: “Menos es más.”)

Postmodernismo y deconstrucción

En su libro Complexity and Contradiction in Architecture (1966), Robert Venturi se opuso a la simple “arquitectura de cajas de cerillas”. Analizó numerosas obras consideradas obras maestras arquitectónicas comenzando por las obras de Miguel Ángel y observó que el lema de Mies era falso.
Era el turno de la otra vía: “Menos es un aburrimiento”, dijo Venturi. Los arquitectos siempre han perseguido fines contradictorios y exactamente esta tensión lo que produce el resultado final, agradable y exquisito, explicó Venturi. Sería demasiado trivial seguir de forma simple y lógica un solo objetivo, por ejemplo, la claridad de construcción, como hizo la escuela estructural de arquitectura. Por el contrario, mucho arquitectos famosos han querido mostrar su habilidad insinuando que todas las reglas están ahí para ser quebrantadas. Ejemplos históricos son las columnas barrocas del esbozo que se ve a la derecha (de Siegel 1960, p. 9).
“Doy la bienvenida a los problemas y exploto las incertidumbres. Al abrazar la contradicción tanto como a la complejidad, busco la vitalidad tanto como la validez.” “Me gustan más los elementos que son híbridos que los “puros”, los comprometedores más que los “limpios”, los distorsionados más que “sin dobleces”, los ambiguos más que los “articulados”, … redundantes más que simples; contradictorios y equívocos más que directos y claros”. … “Estoy por la riqueza de significado mas que por la claridad de significado… Una arquitectura válida evoca muchos niveles de significado … sus elementos se hacen legibles y explotables en varias maneras a la vez”.
La estética de Venturi demanda mucho al espectador: si el espectador ha de leer el mensaje de la arquitectura de varios modos paralelo, debe conocer las interpretaciones convencionales, es decir, los puntos principales de la historia de la arquitectura por adelantado. La arquitectura se convierte así en arte que puede ser completamente apreciado sólo por otros artistas y críticos cultivados, no por profanos — un caso deplorable habitual en el arte moderno.
Si el espectador emprende su tarea, tiene expectativas del objeto de arte. Vincula la obra a referencias conocidas: a otras obras de arte comparables y a estilos históricos. El observador “competente” es también capaz de estimar si la obra obedece a estos estilos o se desvía de ellos a propósito; y si hay tal desviación, sabe que se espera que descubra la finalidad y el mensaje de la desviación. Encontrar este tipo de pistas, especialmente si no son demasiado fáciles, conduce al sentimiento del “Eureka” que es uno de los factores básicos del placer estético.
El placer es todavía más exquisito si, además, la pista está “doblemente codificada”: por ejemplo, que simultáneamente incluya una afirmación aburrida, plana y un pálpito “irónico” que dice que hay algo escondido e inusual que ha de encontrarse tras el elemento “aburrido”.
Este truco ha sido usado durante mucho tiempo en la música; no es infrecuente que un picante tango sea simultáneamente una parodia de todos los tangos precedentes. El efecto de destete usado por el teatro de Brecht sirve a la misma finalidad: hace al espectador no identificarse de manera demasiado trivial con la obra e implica: “esto no es realidad, esto es arte” y así hace al espectador tener algún pensamiento estético personal.
Venturi ejemplificó sus ideas con una ingeniosa serie de bocetos llamada “Entradas” (1977). Una de ellas está a la derecha. Además, aplicó esta teoría a numerosos edificios nuevos y así se convirtió en el fundador del estilo arquitectónico llamado postmodernismo.
[La contradicción deliberada recibió algún apoyo filosófico en escrituras de Jacques Derrida entre 1967 y 1972, donde él precisa la inevitabilidad de la ambigüedad en toda la actividad humana y especialmente en textos escritos. Cuándo aplicó a la arquitectura (cf. análisis de ella por Broadbent, 1991), las ideas de Derrida se entendieron de modo que no haya necesidad de aspirar al patrón general armonioso para un edificio. En lugar, el principio de la deconstrucción (o del ‘deconstruccivismo’) indica que es todo correcto si el arquitecto deja las contradicciones eventuales en las metas del cliente aparecer en el diseño acabado también.
Incluso cuando el programa del edificio no incluye ninguna contradicción evidente, el arquitecto que va a la moda puede inventar contrastes artificiales en su creación, apenas para hacerla más interesante. Una característica contrastante típica en la arquitectura avant-garde en tarde siglo 20 era colocar espacios separados, vigas y otros elementos grandes del edificio de modo que ellas chocaran o penetran uno al otro a los ángulos extrañas, creando una ilusión de una colisión reciente con un avión grande. Arriba está una propuesta de Zaha Hadid para los edificios de “Zollhof 3″ en Düsseldorf (según Broadbent 1991, 26).
Otro truco usual era manipular la rejilla cuadrícula de la construcción, que en siglo 20 había llegado a ser un instrumento convencional dando una estructura cristalina en la arquitectura moderna. Típico para los deconstructivistes era utilizar simultáneamente dos (o aún más) cuadrículas que se enclavijaban pero partieron de uno al otro por unos pocos grados. Esto creó inmediatamente una multiplicidad de puntos chocandos, cada uno de ellos que presentaba al arquitecto entonces un nuevo y único problema para solucionar ingeniosamente. Lamentablemente, la cuadrícula del diseño desaparece en la construcción acabada, y por lo tanto la mayoría de la sofisticación alrededor de él permanece visible solamente para los conocedores.]

Edificio como un mensaje

Las notas más antiguas sobre simbolismo arquitectónico conservadas hasta nuestros días fueron difundidas por Vitruvio (I,II,5). Las instrucciones trataban de un estilo apropiado (lat. propius) de arquitectura para el templo de cada dios. El estilo adecuado al templo de marte, el dios de la guerra, era el austero dórico, mientras que el estilo corintio, lleno de gracia y decorado con frondosas ramas, correspondía a la naturaleza flexible de Venus, la diosa del amor. A la derecha, podemos ver un dibujo del siglo XV de Giorgio Martini reflejando la idea de Vitruvio.
El simbolismo alegórico era popular en varios campos de la cultura medieval, pero difícilmente había escrito original alguno sobre la forma en que el simbolismo se entendía justamente en arquitectura. Lo que se sabe es que algunos edificios eclesiales estaban construidos para simbolizar o bien la “bóveda del cielo” o “el Jerusalén celeste”. En otros casos el modelo era el templo de Salomón o el calendario litúrgico. Los pilares de la iglesia estaban puestos allí para simbolizar a los profetas y los apóstoles. Las proporciones era consideradas en ocasiones no por su belleza, sino a causa del simbolismo numérico escondido en ellas.
Durante el Renacimiento, el simbolismo adecuado para a los edificios eclesiales se desarrolló aun más. Palladio (IV,II) piensa que las formas circulares se ajustan a las iglesias porque simbolizan la unidad, infinitud y justicia de Dios. Otros pensaron que las proporciones y formas del cuerpo humano eran apropiadas para una iglesia porque, de acuerdo con la Biblia, el ser humano había sido creado a imagen de Dios. Giorgio Martini exploró esta idea y en el boceto de la izquierda.
Etienne-Louis Boullée (1729-99), profesor de arquitecrura en la escuela de ingeniería de construcción en París (Ecole des Ponts et Chaussées) presentó ideas bastante originales sobre el simbolismo de la construcción. Dijo a sus estudiantes que diseñasen arquitectura “parlante” (fr. parlant), es decir, por ejemplo, la casa del propietario de una sierra tenía que diseñarse para parecer la hoja de una sierra. “Los edificios deberían ser como poemas. Las impresiones que crean en nuestros sentidos deberían producir sentimientos análogos a los producidos por el uso de esos edificios”. (Arnheim 1977, 275).
En los siglos XIX y XX, los teóricos de la arquitectura no escribieron mucho sobre simbolismo, pero el diseño arquitectónico adquirió un cierto número de modelos simbólicos de formas de edificios, que llegaron a se algo convencional. Wayne O. Attoe (1979 p. 23…31) ha escrito la siguiente lista de ellos:

Analogías matemáticas — figuras geométricas (cono, esfera, etc.)- proporciones
Analogías biológicas — formas orgánicas (caracola, mejillón, etc.)- estilo vigoroso de construcción (en expansión)
Arquitectura romántica (que apela a los sentimientos)
- lenguaje exótico de la forma
- morfología de la Antigüedad
Analogías lingüísticas
- arquitectura = palabras + gramática
- expresionismo y simbolismo
Analogías mecánicas (un edificio es una máquina)
Analogía ad-hoc (un edificio es una combinación de material que puede encontrase in situ)
[Analogía de la escena:] el edificio es un estadio de la vida.

Pentti Tuovinen (1985) has estudiado el simbolismo usado en arquitectura (véase investigación descriptiva del simbolismo). Basándose en su estudio, ha presentado un método bastante simple para diseñar el simbolismo de la ciudad. El modelo ha sido adaptado a la escala de la planificación urbana, pero su principio podría probablemente ser también usado en el diseño del simbolismo de un único edificio. Tuovinen (1985,129…) afirma que el simbolismo expresivo, esto es, explícito es un aspecto de la planificación urbana. Puede definirse con palabras y diseñarse por un arquitecto.
En el proceso de diseño, esta descripción verbal es convertida primero en un “modelo ideal del sistema simbólico” y al final en su trabajo de diseño artístico, el arquitecto una vez más vuelve a codificar el mensaje en el lenguaje de las formas geométricas de la ciudad.
Tuovinen (130) sugiere que el modelo ideal de simbolismo urbano sea alcanzado de modo que los elementos simbólicos a mano sean primero hechos en un gráfico (véase imagen de la izquierda):
En la siguiente fase, las combinaciones elegidas para el gráfico se sitúan en un diagrama que muestre el sistema simbólico; parte del ejemplo puede verse aquí a la derecha (ibid 132), la base del diagrama es la división esquemática de la ciudad en barrios, en los que los símbolos planeados para la ciudad son entonces insertados. Al final, la estructura de los símbolos mostrada por el diagrama se transfiere al plano urbano, para ser al final llevada a cabo.
Rudolf Arnheim (1975) ha estudiado el simbolismo subconsciente de las formas en los edificios. “Los símbolos más fuertes derivan de las sensaciones perceptivas más elementales porque están conectadas con vivencias básicas de la experiencia humana que sirven como base para todo lo demás.” (209) Arnheim encontró que esas formas dinámicas que se refieren al movimiento eran las formas más expresivas de arquitectura, mientras que si las formas arquitectónicas imitan las formas de otros objetos demasiado claramente (por ejemplo, si una iglesia se construye en forma de pez), esto necesariamente perturba la dinámica y la expresión.
A veces oímos a algunas personas decir que el simbolismo planificado conscientemente se verá forzado a permanecer trivial y que al final ello disminuye el valor artístico de una obra. De hecho, la investigación en psicología del arte ha mostrado que el simbolismo “demasiado fácil” no se valora estéticamente; en otras palabras, la intensidad del placer estético producido cuando uno comprende un mensaje simbólico depende del esfuerzo intelectual que precede al momento del descubrimiento.
El problema al que se enfrenta constantemente un investigador que dirige su interés al simbolismo es que las capacidades de los individuos en general para interpretar los símbolos varían en gran medida. Algunos símbolos son “arquetípicos” o comunes a todas las personas, pero la mayor parte de ellos se aprenden en la vida en sociedad, y ésta difiere mucho entre unos individuos y otros. El problema es que una obra de arte debe desviarse de la expectativa del público en alguna medida (de otro modo sería trivial) pero tampoco demasiado (entonces sería incomprensible). En muchas formas de arte esto ha significado que hay dos géneros de arte: “el arte del pueblo” y “el arte de los críticos”. Otra solución ha sido diseñar el simbolismo de las obras de tal modo que esté “doblemente codificado”: ciertos mensajes se dirigen al público en general y otros a los entendidos en arte. Las obras se hacen así multicodificadas y sentidas de múltiples formas de tal forma que ello permite distintas interpretaciones personales.
Arquitectura ecologica
Hacer un refugio contra las inclemencias del tiempo fue sin duda una de las primeras finalidades de la edificación, y esto también ha afectado posteriormente a las formas de la construcción. Algunos ejemplos:

Incentivo climático:
Frío excesivo-
Forma arquitectónica resultante:
Capa exterior hermética, aislante.
En el centro una fuente de calor

Incentivo climático:
Calor excesiv-
Forma arquitectónica resultante:
Techo amplio para dar sombra; amplias aberturas en las paredes para permitir la ventilación

Incentivo climático:
Demasiado calor en las horas diurnas y demasiado frío durante la noche
Forma arquitectónica resultante:
Paredes pesadas y gruesas

En los países occidentales el aire acondicionado de las habitaciones es ahora tan común que casi hemos olvidado los fundamentos arriba indicados de la arquitectura, véase por ejemplo Mechanisation Takes Command, de Sigfried Giedion (1950).
Sin embargo, últimamente el imperativo ecológico ha vuelto a la superficie, al ser los recursos naturales de la tierra cada vez más limitados y al comenzar la población de los países en desarrollo a rivalizar por su reparto. Henryk Skolimowski fue uno de los primeros en examinar las conclusiones prácticas de la situación. No hay demasiada bibliografía sobre los principios de la arquitectura ecológicamente sana, pero sin duda hay más en preparación. No es necesario decir que la teoría de la arquitectura ecológica puede basarse en los hallazgos de la ecología industrial que últimamente ha conocido grandes progresos.
En la apariencia física de la arquitectura ecológica suelen dominar amplios paneles inclinados que captan la energía solar. Éstos se sitúan sobre los tejados a lo largo de los muros que miran al sur. Como contraste, el lado fresco del edificio se caracteriza por la ausencia de aberturas amplias, y las ventanas de este lado pueden cubrirse por la noche. Un ejemplo muy gráfico de un edificio así se ve a la derecha, tomado del libro Energiakäsikirja (Manual de la energía) publicado en 1983 por la Asociación Finlandesa de Arquitectos.

Teorías de síntesis arquitectónica

En la sección precedente hemos presentado una serie de teorías del diseño arquitectónico. Cada una de ellas busca el cumplimiento de un determinado tipo de objetivo, que es distinto en cada teoría. El resultado es que estas teorías tienen poco en común, y no son de mucha ayuda si el problema es encontrar un compromiso entre varios objetivos en pugna.
La divergencia entre objetivos es un obstáculo para el trabajo de un arquitecto y es fácil que complique y ralentice la tarea del diseño. Por tanto sería ventajoso descartar o poner en su sitio estas divergencias ya antes de la fase de diseño. ¿Podría ayudar la investigación en este problema? Cuando para cada uno de los objetivos dispares se da buena cuenta en una teoría específica, ¿no podríamos ir un paso más allá y crear un vínculo teórico entre las “sub-teorías”, una metateoría?
Intentos así se han hecho. Ninguno de éstos ha sido un completo éxito, pero algunos de ellos son lo bastante prácticos para usarse en proyectos prácticos de diseño. Por tanto hay motivos para darles, también el nombre de “teoría del diseño”. Seguidamente se presentan algunas de ellas, agrupadas como siguen:

- Metateorías que buscan la objetividad
- Metateorías que buscan la intersubjetividad
- Métodos para combinar subjetivamente objetivos
- Diseño colectivo

Estas teorías de síntesis arquitectónica no animan a crear monumentos singulares o estilos arquitectónicos como lo hacen las teorías temáticas “de un objetivo” descritas en las secciones anteriores. en lugar de ello, buscan producir edificios prácticos y útiles para el término medio de las personas.

Metateorías que buscan la objetividad

Los filósofos de la ciencia nos dicen que el refundir varias áreas del conocimiento separadas en una teoría más amplia es un suceso común en la ciencia. Al comienzo, todo campo de la ciencia consta de sólamente tan sólo algunos estudios y el conocimiento por ellos producido contiene simples islas dispersas. Más tarde, cuando el número de estudios crece, los investigadores no pueden evitar el usar definiciones comunes y unos métodos de medición que se repiten. Esto crea puentes entre los estudios. Al final, uno de los investigadores acaba presentando una teoría más amplia que entonces incluye la mayor parte o todos los hallazgos previos.
George Santayana (1953, p.267) ha escrito una bella parábola sobre este proceso:
“Un geógrafo en China y otro en Babilonia podían hacer al principio mapas completamente distintos; pero en su momento ambos se enterarán de la existencia del Himalaya, y el lado por el cada cual se aproxima llevará pendiente arriba hasta la misma cresta a la que el otro se acerca.” … “Las lenguas y religiones son necesariamente rivales, pero las ciencias son necesariamente aliadas.” … “Los hombres dormidos, dijo Heráclito, viven cada uno en su propio mundo, pero despiertos viven juntos en el mismo mundo.”
¿Podría un proceso similar acabar unificando algunas o todas las teorías de diseño arquitectónico arriba mostradas?
Un acontecimiento tal no ha tenido aún lugar, pero uno pueden pensar en varios posibles caminos para conseguirlo. Una alternativa sería descubrir un objetivo más elevado o más general que incluya todos los objetivos normales de la construcción.
De hecho, a lo largo de la historia, varios autores han manifestado haber encontrado tales “objetivos últimos”. Entre otros, se han propuesto los siguientes objetivos mayores:
Durante la Edad Media la mayor parte de los autores estaba de acuerdo en que sólo hay un objetivo para todas las actividades humanas: la salvación religiosa del hombre. Se esperaba de todas las artes y entre ellas de la arquitectura que sirviesen sólo a esta finalidad. Véase, por ejemplo, S. Agustín.
En los siglos XVIII y XIX hubo varios filósofos que intentaron explicar todas las actividades humanas sobre la base de algunas leyes generales. Uno de ellos fue Immanuel Kant. La fuerza básica en su sistema era la conciencia del hombre, el “imperativo categórico” como él la llamaba. Otras propuestas para filosofías generales se hicieron por Hegel y Marx, entre otros. Ninguno de estos “generalistas” trató de la arquitectura en grado alguno, pero probablemente pensarían que su filosofía podría adoptarse como base también en arquitectura.
En 1972 Arne Nevanlinna hizo un intento de deducir los objetivos de la arquitectura a partir de los valores básicos de la cultura occidental moderna, que él definió como (p. 108):
- Humanismo, o apreciación del hombre. Esto da al hombre una posición privilegiada respecto a otra naturaleza,
- Verdad objetiva,
- Prosperidad (que se materializa como tecnología), y
- Equilibrio del conjunto del sistema.

Todas las estructuras filosóficas antes mencionadas parecen situarse de algún modo separadas de las costumbres y ambiciones prosaicas del hombre común. Para cubrir este foso entre los objetivos universales y particulares, algunos investigadores han intentado encontrar un vínculo de conexión a partir de los objetivos documentados de la sociedad. Por ejemplo, la Ley de construcción finlandesa (rakennuslaki, 34§) marca los objetivos siguientes para la planificación urbana:
- diseño armonioso y adecuado
- salubridad
- seguridad ante incendios
- entorno agradable
- belleza y costes razonables.

Los ejemplos de arriba parecen mostrar que la religión, la ética y el derecho de la sociedad, aunque sean estructuras lógicas de objetivos, siguen sin cubrir todos las finalidades de las teorías temáticas de la arquitectura que hemos tratado previamente y dejan sin cubrir los fines prácticos habituales de la edificación media. Algunos, pero no todos, de entre los objetivos típicos de la construcción pueden sistematizarse mediante ellas.

Metateorías que persiguen la intersubjetividad

Parece imposible construir una síntesis objetiva de todos los objetivos de la construcción que pudiera ser aceptable por toda la gente. ¿Sería posible, en su lugar, descubrir unos órdenes de preferencia que fuesen compartidos por la mayoría de la gente, o por ciertos grupos de personas?.
Esta tarea ha sido realizada, en alguna manera, ya antes de las primeras teorías de la arquitectura. Los primeros paradigmas de construcción no fueron teorías escritas, sino simplemente tradiciones de construcción. Éstas contenían no sólo el conocimiento sobre los objetivos de la construcción, como nuestras modernas teorías, sino también una síntesis de ellas en la forma de en que un edificio completo satisface todos estos objetivos.
Los primeros arquitectos-escritores seguían teniendo una relación íntima con la tradición constructiva. De acuerdo con ello, Vitruvio ya en sus primeras páginas manifestaba la necesidad de combinar los objetivos de “utilitas, firmitas y venustas”. Sin embargo, no podía explicar el método para hacer esto; tal vez ello pertenecía a la competencia no escrita de un arquitecto.
Una breve declaración similar sobre los objetivos paralelos de la construcción puede encontrarse en casi todos los tratados arquitectónicos hasta el siglo XX.
Los primeros estudios empíricos de las preferencias arquitectónicas del usuario medio de edificios se hicieron por la escuela funcionalista de arquitectura. Por ejemplo, Alvar Aalto escribe en 1935 (1970 p. 37…38):
“Debemos analizar más características de los objetos de lo que lo hemos hecho hasta ahora. Todos los diferentes requisitos que podrían posiblemente hacerse con respecto a la calidad de un objeto constituyen en algún sentido una escala, tal vez semejante al espectro. Los aspectos sociales quedan en la franja roja del espectro, los asuntos concernientes a la construcción en la naranja, etc., hasta la franja ultravioleta, que es invisible para el ojo humano; todos los requisitos que rehuyen cualquier definición racional pueden esconderse ahí, aquellos que podrían ser llamados individuales-humanos en su mayor parte. … Tomar en consideración los requisitos psicológicos, tan pronto como podamos hacerlo, ampliará el enfoque racional y nos ayudará a impedir resultados inhumanos.”
El “espectro de requisitos” para la arquitectura ha recibido desde entonces una profusión de estudios, primero en un nivel cualitativo y después también cuantitativamente. Un ejemplo del primer tipo es un árbol lógico mostrando los objetivos cualitativos de la construcción (por Ilkka Niukkanen, 1980, p.20):

SATISFACCIÓN / ADECUACIÓN

Entrada (aportaciones)

Costes / Recursos

Costes de construcción
Costes de uso
Disminución de producción

Salida (producción)

Utilidad/funcion
Espacios
Entorno de interior y clima
Equipamiento y durabilidad

Experiencia / Percepción

Factores ambientales
Exteriores
Interiores

Una simple lista de objetivos no nos da todavía una base útil para una teoría; algún tipo de estructura de objetivos sería más interesante. Uno podría preguntar cómo se relacionan los objetivos entre sí; ¿reflejan algún rasgo general del comportamiento humano?.
Algunos investigadores han intentado explicar los objetivos humanos con el concepto de necesidad. La “jerarquía de necesidades” sugerida por Abraham Maslow ha servido frecuentemente como modelo. Pertti Vuorela (1970) has intentado esquematizar una “secuencia de objetivos de construcción”. Su propuesta enumera primero las necesidades críticas y después las demás necesidades, cada vez menos significativas que se hacen importantes sólamente cuando las mencionadas primeramente están satisfechas:
1. Necesidades fisiológicas: Vivienda y su equipamiento. Tiendas. Servicios sanitarios. Privacidad. Aire. Luz solar. Calefacción.
2. Necesidades de seguridad: Accidentes de tráfico. Policía, bomberos, etc. Riesgos de desempleo. Comunicaciones. Ausencia de ruido excesivo. Condiciones higiénicas del área. Vistas desde las ventanas. Contactos con la naturaleza.
3. Necesidad de pertenecer a un grupo y ser aceptado en él: Valores sociales predominantes en la zona. Distancia física entre viviendas. Distancia funcional entre viviendas. Segmentación del tiempo de ocio. Las organizaciones sociales.
4. Necesidad de autorrealización: Posibilidad de pasar el tiempo de ocio en el área. Distribución horaria del tiempo libre. “Democracia” del área.
5. Necesidades cognitivas y estéticas: Qué dificultad hay para orientarse en el área. Escuelas. Comunicaciones.
Otros han intentado explotar los hallazgos de Frederick Herzberg, para el que los factores de motivación humanos se clasifican en dos grupos: “insatisfactores” y “satisfactores”. Éstos no son simples opuestos, sino más bien sensaciones el mismo modo en que lo son el dolor y el placer. Si hay presentes fuertes insatisfactores, no están compensados por fuertes satisfactores: ambos deben tener un nivel adecuado para que la persona esté conforme.
El estudio de Herzberg no se refería a la construcción, sino a la motivación en el trabajo. Sin embargo, Briitta Koskiaho (1974 y 1981) ha usado un modelo análogo para la evaluación de entornos. Ella (1974,84) declara como factores positivos, por ejemplo, las “posibilidades básicas de actividad”, tales como el acceso al trabajo, escuelas y tiendas; la cercanía a la naturaleza; un entorno bello, agradable y estimulante. Son factores negativos por ejemplo la polución, el ruido o los accidentes de tráfico. La resultante común de todos los factores puede ser llamado bienestar humano. Una apreciación subjetiva de su satisfacción o su felicidad.
Habiendo encontrado una estructura cualitativa de todos los objetivos adecuada, el investigador puede proceder a medir los pesos de los objetivos, tal vez vistos desde el punto de vista de los distintos grupos (cf. segmentación de clientes). Para esta tarea pueden usarse los métodos de cuestionario y entrevista entre otros. Tales estudios se hacen, de hecho continuamente. Prestan asistencia en la producción de estándares y de regulaciones de construcción y ayudan a ajustar éstos para satisfacer los deseos de tanta gente como sea posible.
Los deseos de la gente en las sociedades modernas no son, por otra parte, constante. Esta es la razón por la cual los sondeos y las entrevistas que miden deseos y objetivos no dan unos resultados perdurables.

Métodos para combinar objetivos subjetivamente

El combinar los objetivos contradictorios de la construcción parece ser imposible en un nivel universal. En contraste con esto, a escala de un proyecto concreto de construcción es una práctica bastante normal. A esta escala, los objetivos se valoran simplemente desde el punto de vista subjetivo del constructor. Si se utiliza a un arquitecto, incluso se supone que adoptará una perspectiva acorde con ello.
El acto de combinar los objetivos en una síntesis se puede ejecutar mientras el arquitecto está creando sus propuestas. Esta creación, sin embargo, es una ardua tarea en sí misma, y no debería sobrecargarse con operaciones que pueden hacerse separadamente. Así es habitual que la tarea de definición de los objetivos y de conjugarlos, para un nuevo edificio, se haga como una fase separada del proyecto de construcción, que tiene lugar antes de la fase de diseño por el arquitecto. Esta operación se suele llamar estudio de viabilidad. Presenta claramente los métodos para conjugar unos objetivos en conflicto.
Los resultados típicos de un estudio de viabilidad abarcan:
- listas de las actividades que se pretende que tengan lugar en el futuro edificio
- listas de las personas que habrán de encontrar acomodo en él
- listas de las salas o espacios para ellas
- posición y conexiones de los espacios,
- definiciones del nivel de calidad. Estos pueden referirse por ejemplo a seguridad, durabilidad, acabado, y tiempo estimado de vida del edificio
- calendario,
- costes.

No es infrecuente que los objetivos de la calidad y del coste u otros objetivos para el producto futuro, estén en mayor o menor medida en conflicto. Esto es incluso más de esperar si las preferencias reunidas proceden de grupos diversos que tienen distintos valores y estilos de vida. Tales conflictos deben ser eliminados o reorientados tan pronto como sea posible de otro modo podrían ralentizar de forma serie el trabajo del diseñador.
En ocasiones es posible conjugar los objetivos que han sido ostensiblemente conflictivos desvelando su relación mutua. Un ejemplo de este método es el encontrar el aislamiento térmico óptimo para un edificio. Cuando se elige el grosor de la capa aislante, el coste de los materiales de construcción (B, en la figura de la derecha) y los futuros costes de calefacción (A) parecen entrar en conflicto. No obstante, los valores anuales de ambas partidas de gastos pueden agregarse y el mínimo de la suma de A+B se encuentra con facilidad.
La ciencia de las operaciones de análisis incluye otros métodos de análisis comparables, como por ejemplo el algoritmo de la programación lineal, que puede usarse para hallar el valor óptimo común para varios atributos cuantificables de un mismo producto. La mayor parte de estos métodos sólo aceptan variables cuantificables. Por supuesto, es posible cuantificar cualquier atributo cualitativo y transformarlo en una variable cuantitativa, pero la conversión frecuentemente pasa por alto algunos aspectos sutiles del atributo y así no se acaba encontrando un valor óptimo entre los objetivos.
Incluso los estudios meticulosos de viabilidad no pueden siempre eliminar todos los conflictos entre objetivos. Para ayudar al diseñador a encontrar un compromiso final entre ellos, puede ser útil indicar la prioridad de objetivos. Esto puede hacerse verbalmente o, por ejemplo, con una tabla de análisis de valores que indique los pesos respectivos de los objetivos. Un ejemplo de ello se presenta en el capítulo que describe el desarrollo de productos. Estos métodos tienen mucho en común con los del diseño de productos (véase por ejemplo Concepción de un producto o Evaluar una propuesta de diseño.

Diseño colectivo

En algunos casos es posible conjugar los fines en contradicción de un proyecto de construcción mediante el método del diseño colectivo, o participativo. El nuevo conocimiento que ofrece este paradigma no contiene “reglas del arte” estáticas sino, en su lugar, “reglas de cooperación” dinámicas sobre el diseño colectivo de edificaciones en que los futuros usuarios de las mismas participan en términos de igualdad con el arquitecto. La planificación colectiva por supuesto sólo es posible cuando los usuarios del edificio se conocen ya desde el principio del diseño y así es especialmente pertinente en casos de alteraciones en alojamientos ya existentes o en un proyecto de edificios nuevos en que los constructores se han organizado ya por cuenta propia.
Algunas variantes del diseño colectivo probablemente se han usado ya con anterioridad a los comienzos de la civilización, pero ello ha comenzado a adquirir una teoría especial por sí mismo únicamente en años muy recientes. Los primeros estudios teóricos y experimentos se hicieron en proyectos de planificación urbana amplios. Sus métodos se caracterizan por la asistencia de un “equipo técnico” — un grupo de profesionales que ha de producir estudios de las alternativas disponibles. El equipo técnico puede ser una agencia gubernamental o local o una firma de consultoría.
Las fases típicas en la planificación participativa son:
1. Sondeo inicial. El equipo técnico halla los datos básicos y desarrolla una comprensión de los intereses, necesidades y deseos de los todos los grupos potencialmente afectados. Crea una exposición inicial de asuntos y objetivos. Reune los datos que más tarde ayudarán a generar algunas ideas de proyecto iniciales.
2. Análisis del asunto. En esta fase, tanto el equipo como los grupos de interés han de desarrollar una clara comprensión de los objetivos, intereses y problemas generales. El equipo técnico debe desarrollar alternativas que puedan representar ampliamente distintas posiciones sobre los objetivos del proyecto. Esas alternativas ayudarán a los distintos grupos de interés a clarificar sus propios objetivos.
El equipo técnico debe presentar las alternativas en evolución y sus impactos varias veces a los grupos de interés (y tal vez también al público en general).
3. Diseño y negociación. El objetivo de esta fase es producir un acuerdo “sustancial” (no necesariamente igual a total) sobre una única alternativa. Para alcanzar un acuerdo, puede que sea necesario incluir acciones de compensación que no pertenezcan de forma estricta al proyecto inicial.
En esta fase el equipo técnico presenta alternativas básicamente similares (a las de la fase precedente) pero con variaciones menores, para ayudar en las negociaciones.
4. Ratificación. El proceso de participación normalmente termina con una audiencia pública, donde el equipo técnico presenta su propuesta final, los principales grupos de intereses presentan sus puntos de vista y puede confirmarse un posible acuerdo.
Si no hay acuerdo, el equipo técnico presenta sus propias recomendaciones y sus puntos de vista sobre las ventajas y desventajas de las alternativas.
La decisión final corresponde entonces a la autoridad legal (o comercial) competente en el proyecto. (De: Marvin L. Manheim, en Man-made Futures, ed. por Cross.)
El proceso arriba descrito es típico de proyectos de planificación de ciudades y uso del suelo, donde una única decisión afecta a las vidas de un gran número de personas. Otra variante de decisiones conjuntas es apropiada en los proyectos a pequeña escala de desarrollo de productos. Se tratan bajo el título Diseño colectivo.
A escala de edificios concretos, un trabajo pionero fue el conciso libro Toward a Scientific Architecture (1975) de Yona Friedman. El autor afirma que para ayudar en el auto-diseño, el diseñador debe, previamente, preparar un repertorio que muestre al usuario todas las alternativas posibles que tiene. Además, el repertorio debe contener las advertencias pertinentes sobre cada opción, por ejemplo, sus beneficios, inconvenientes y costes. Pero no corresponde al diseñador criticar las elecciones del usuario en mayor medida que lo que compete al camarero del restaurante criticar los platos elegidos por el cliente.
“El futuro usuario encuentra un repertorio de todas las combinaciones (soluciones) posibles que este modo de vida puede precisar. Este repertorio, que es necesariamente limitado, le debe ser presentado en forma comprensible. Así, para cada elemento del repertorio hay una advertencia donde se dice al futuro usuario -de nuevo en términos que pueda entender- las ventajas y desventajas, en términos de uso, de elegir un elemento particular. (Las advertencias no están basadas en ningún sistema de valores en particular, sino en las propiedades intrínsecas y la lógica de la solución proyectada; puede ocurrir que las mismas advertencias pueden representar una ventaja para un usuario y un inconveniente para otro…)” (p. .
“No es realmente el arquitecto o planificador quien ha sido eliminado del proceso, sino más bien su viejo papel. Tiene un lugar, un nuevo papel, en el nuevo sistema: construye el repertorio” (p. 9).
Friedman subraya una ventaja de la planificación colectiva: convierte la arquitectura en una ciencia en desarrollo y con autocorrección. Otro beneficio es que enseñar arquitectura también se convierte en algo más eficaz (véase Lógica del desarrollo)
“Repertorios arquitectónicos” dirigidos a profanos son en nuestros días por ejemplo los folletos de ventas de las empresas que producen casas prefabricadas. Una desventaja de aquéllos es que raramente están basados en una investigación profunda, con lo que es bastante posible que ninguna de las alternativas ofrecidas dé satisfacción.
Justamente en el polo opuesto, la obra A Pattern Language (1977) desarrollado por Christopher Alexander et al. se basa en una investigación bastante costosa tanto con respecto al aspecto práctico como a la comodidad. El “lenguaje de patrones” de Alexander consistía en 253 instrucciones de diseño, aunque los autores tienen buen cuidado en afirma que también éstas son sólo un ejemplo: cada comunidad en particular tiene un lenguaje de patrones propio y lo mismo ocurre con cada individuo. Por otro lado, muchos patrones son arquetípicos o comunes a todos los seres humanos.

“Este lenguaje es extremadamente práctico…. Puede Vd. usarlo para diseñar una casa para Vd. mismo, con su familia; o trabajar con otra gente para diseñar una oficina o taller o un edificio público…” (Language, sivu x).
Cada uno de los patrones de Alexander sigue la misma fórmula que se ha descrito en la página x del libro: la primera imagen es un ejemplo arquetípico y hay también una breve lista de otros patrones que están relacionados con ella. La lista es seguida por una ilustración que clarifica qué significa este patrón. Por ejemplo, el patrón nº 133, La escalera como un piso, tiene el siguiente encabezado:
“Una escalera no es únicamente una vía para ir de un sitio a otro. … Los cambios de nivel representan un papel crucial en muchos momentos durante las reuniones sociales; proporcionan sitios especiales para sentarse, un lugar en que alguien puede hacer una aparición elegante o teatral, un lugar desde el que hablar, un lugar desde el que mirar a otras personas mientras se es también visto… La escalera es uno de los pocos sitios en un edificio que es capaz de cumplir estos requisitos” (638).
Tras esto se da cuenta del conocimiento empírico sobre el patrón y variaciones de su aplicación.
Finalmente, se ofrece una solución general de este patrón particular junto con una imagen clarificadora. En el caso de la escalera es la siguiente:
“Coloque la escalera principal en una posición clave, céntrica y visible. Trate el conjunto de la escalera como una habitación (o, si está en el exterior, como un patio). Dispóngala de forma que la escalera y la habitación son una, con la escalera bajado a lo largo de una o dos paredes de la habitación. Expanda la parte inferior de la escalera con ventanas abiertas o balaustradas y con escalones anchos de modo que la gente que venga escalera abajo se convierta en parte de la acción en la habitación mientras están en la escalera, y de modo que las personas usen de forma natural las escaleras como asientos” (640).
Para entender y procesar modelos y planos teóricos, los participantes necesitan cierto entrenamiento y práctica, y para hacer esto más fácil se han desarrollado métodos que usan una imagen televisiva. Además de la televisión, Yona Friedman (1975B) y Nicholas Negroponte han intentado usar un ordenador y diseñar algoritmos programados en él. Usan el nombre de máquina de arquitectura para este ordenador. Su intención es desarrollar alguna forma de “máquina de diseños” (por analogía con una “máquina de café”).

Otra forma usual de planificación colectiva se basa en reuniones conjuntas de los constructores y los diseñadores. En las reuniones, los principios de la llamada investigación-acción suelen poderse aplicar, siendo el punto principal el aprendizaje colectivo. Se necesita un “lenguaje de diseño” común, para que los habitantes no formados técnicamente puedan describir las cosas que esperan de los planes y para que pudean en alguna medida incluso diseñar sus casas ellos mismos. En Finlandia, este tipo de lenguaje se ha desarrollado por Marja Granlund (1981) y especialmente por Heikki Kukkonen (1984). En el método propuesto por Kukkonen, la base para el desarrollo del lenguaje común de diseño en las reuniones eran dos modelos de sistemas en miniatura:
sistema de modelo en miniatura a escala 1:100; esto se usó para situar los edificios en el terreno (imagen de la izquierda)
modelo de sistema en a 1:15, para el diseño del interior de la vivienda (imagen de la derecha). Esta escala tiene la ventaja suplementaria de que puede usarse en ella el mobiliario de casas de muñecas, que ya se encuentra hecho.
El lenguaje de diseño se completó con una serie de instrucciones respecto al proceso, en que cada fase del autodiseño (como lo llamó Kukkonen) se describía, así como la información inicial requerida para cada fase y los resultados que se esperaban.
En la práctica, el proyecto de Kukkonen no sólo produjo un trabajo de Tesis, sino también una casa aterrazada en el área de Helsinki. Los resultados del autodiseño raramente son publicados en las revistas de arquitectura, tal vez porque habitualmente carecen de las perspectivas incluyentes y líneas dramáticas que se aprecian en la profesión como muestra de la pericia y la fuerza de un arquitecto. Así, no es sorprendente que hasta el momento el método haya sido subestimado entre los arquitectos.

La planificación colectiva no está en absoluto en contradicción con cualquiera de los paradigmas teóricos expuestos arriba; al contrario, en la planificación colectiva es perfectamente correcto basar el trabajo sobre cualquier conocimiento teórico accesible, del mismo modo en que el arquitecto siempre lo ha hecho. Para beneficio de la
planificación colectiva, la teoría proporciona modelos y formulas. Además, las definiciones teóricas de conceptos facilitan el debate entre las partes implicadas.
Una ventaja especial de la planificación colectiva es también el hecho de que la teoría que se aplica ni siquiera ha de ser objetiva o exacta: en la planificación colectiva, todas las formas de conocimiento humano pueden explotarse: junto al conocimiento teórico también el conocimiento explícito, el conocimiento adquirido con la experiencia y los valores y creencias subjetivas pueden ser útiles. Incluso en casos en que las conjeturas propuestas para una base de diseño era claramente erróneas, estos errores se eliminan en la mayor parte durante la discusión. Así, el principio de la auto-corrección, tan importante para el progreso de la ciencia moderna, se pone de algún modo en práctica también en el diseño arquitectónico.


 





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